Michael D. Lemonick,
Other Worlds: The Search for Life in the Universe
(Otros mundos: la búsqueda de vida en el universo)
Simon & Schuster, 16×24 cm. 272 páginas. ISBN-13 : 978-0684832944
Ediciones Paidós, ISBN 13: 978-84-493-0760-7
Entre los temas de moda en la astronomía popular moderna destaca el de la búsqueda de vida en otros mundos. Este libro de Lemonick se apunta a esta tendencia: se trata de una obra bien escrita y que recoge los hallazgos más importantes de estos años relacionados con la vida extraterrestre, pero que peca de provincianismo en el enfoque de ciertos asuntos.
¿De qué trata este libro?
O, dicho de otro modo, ¿puede escribirse una obra cuyo contenido responda cabalmente al título de «búsqueda de vida en el universo»? La respuesta es que sí, como lo demuestra la existencia de bastantes libros que plantean esta misma cuestión. El más conocido y clásico (aunque no el primero, ni mucho menos) tal vez sea el de Sagan y Shklovskii Vida inteligente en el universo. Hasta hace unos años, las obras sobre este asunto eran muy equilibradas, porque trataban un campo en el que se carecía por completo de datos experimentales u observacionales sólidos. Así era el libro de Sagan y Shklovskii, equilibrado aunque especulativo: todos los asuntos relevantes resultaban igual de desconocidos. Pero en años recientes ha empezado la obtención de datos experimentales acerca de algunas de las cuestiones más importantes relacionadas con la vida extraterrestre: descubrimiento de planetas extrasolares, sondas enviadas a Marte, búsquedas sistemáticas de señales radioeléctricas extraterrestres… Sigue siendo verdad que la mayor parte de este campo de conocimiento permanece desierto desde el punto de vista experimental y observacional y que, por tanto, cualquier obra actual general sobre el asunto (por ejemplo, el libro de Bruce Jakosky The Search for Life on Other Planets) aparece repleta de especulaciones e incógintas. Pero ya disponemos de datos sobre algunos de los puntos más importantes de esta discusión. Eso sesga las obras recientes. Le pasa al libro de Jakosky y le pasa al de Lemonick: los asuntos que ocupan el mayor espacio no son necesariamente los más importantes para esta disciplina, sino aquellos sobre los que se dispone de datos experimentales, porque así pueden exponerse de una manera más sólida y porque, además, en estos casos se trata siempre de descubrimientos recientes que cuentan con el atractivo adicional de la novedad de última hora. Así es el contenido de Other Worlds: trata en general la búsqueda de vida en el universo (haciendo justicia a su subtítulo), pero lo hace dedicando un espacio desproporcionadamente grande no a lo más importante, sino a lo más novedoso, reciente y seguro (o, si no seguro, por lo menos sí estudiado de manera experimental u observacional).
No creo que este rasgo sea criticable en este caso. Precisamente se trata de una obra de actualidad, incluso de rabiosa actualidad, y ya conviene que un libro con esa orientación presente el sesgo que acabo de comentar en favor de los descubrimientos y las investigaciones de última hora.
En consecuencia, este libro contiene una descripción bastante detallada de algunos de los descubrimientos más llamativos de la astronomía actual, como las recientes novedades sobre el planeta Marte, las especulaciones más novedosas acerca de algunos satélites de Júpiter y Saturno, la búsqueda de señales radioeléctricas procedentes de inteligencias extraterrestres (proyectos SETI) y, por encima de todo lo demás, el descubrimiento de planetas alrededor de otras estrellas.
Quiero llamar la atención sobre este último asunto. No se puede exagerar la importancia de este descubrimiento reciente. El hallazgo de planetas que orbitan alrededor de otras estrellas constituye, sin duda alguna, uno de los hitos de la historia de la astronomía mundial, y ha ocurrido justo en esta década. La publicación de libros que hagan justicia a este descubrimiento me parece imprescindible. El libro de Lemonick describe esta aventura intelectual con bastante detalle y de manera correcta desde el punto de vista científico. A pesar de otros defectos (que comentaré luego), este constituye para mí el valor principal de Other Worlds.
Estilo
En lo lingüístico, el estilo de Other Worlds me parece muy correcto. Redactado con destreza y mucha claridad, accesible siempre a un público no especializado, este libro logra comunicar de manera fluida conceptos que, sin ser excesivamente complejos, sí están alejados de la experiencia cotidiana. No tengo ninguna queja sobre la claridad, la fluidez de la lectura o la expresión, sino todo lo contrario.
Visión de la ciencia
Con las salvedades que planteo en el apartado siguiente (y que no deben perderse de vista), Other Worlds propone una visión de la ciencia poco frecuente, pero muy acertada. El autor ha conocido en persona a multitud de especialistas, ha asistido a congresos y reuniones y posee una idea muy acertada del modo de funcionar de esta comunidad. En particular, ha sabido trasmitir muy bien el ambiente de competitividad, escepticismo y rigor que reina en el mundillo astronómico. Cuando alguien anuncia un descubrimiento extraordinario, sus colegas se abalanzan para someter sus afirmaciones a comprobaciones extraordinarias. Ello da lugar a diferentes situaciones que deben darse a conocer, porque demuestran que las personas que se dedican a la ciencia no son infalibles, pero que la comunidad científica cuenta con mecanismos de control internos que la defienden de esa falibilidad del individuo. La historia de Van de Kamp y el presunto descubrimiento de planetas alrededor de la estrella de Barnard (capítulo 5) me parece ejemplar, pero este mismo espíritu impregna otras partes del libro. En este sentido, Other Worlds me parece una obra muy acertada y recomendable.
Cómo ser provinciano hablando del universo
Eso sí, no estoy dispuesto a ahorrar críticas al provincianismo y catetería del autor, que a todo lo largo del libro ha hecho gala de una visión ultranacionalista, chauvinista y estrecha de miras que todavía me sorprende. Salta a la vista que este libro está escrito en Estados Unidos y para un público estadounidense. El autor ha viajado bastante para entrevistar a científicos, pero solo dentro de su país. Cuando menciona descubrimientos y líneas de trabajo, obra como si solo se trabajara en su país sobre estos temas. La ignorancia de lo que se hace en otros lugares duele no solo por omisión, sino en ocasiones de manera expresa. Por ejemplo, en la página 131 se lee, textualmente:
Cuando se finalizó la construcción del telescopio Keck-1 en 1992, de pronto hizo que pareciera ridículo el telescopio de cinco metros de Monte Palomar, al sur de California, el mayor del momento.
Obvísimamente, el autor debería haber escrito «el mayor en EE UU en el momento», pero confunde EE UU con el mundo. En la página 148 Lemonick deja manifiesto su error cuando reconoce de pasada que en Europa se había construido con anterioridad un telescopio de seis metros de diámetro. Pero, eso sí, el autor se apresura a afirmar que «nunca funcionó muy bien». Y no es verdad: el telescopio de seis metros del Cáucaso supuso un hito en la historia de la óptica telescópica e incluso el Keck-1 estadounidense es su heredero e imitador directo en varios sentidos.
Lo anterior es solo un ejemplo de un rasgo recurrente y muy molesto de esta obra. Insiste hasta la saciedad en los hallazgos y opiniones de científicos estadounidenses y trata muy por encima las conexiones internacionales de los temas que trata. Por ejemplo, el primer planeta extrasolar fue descubierto no en EE UU, sino en Suiza por Mayor y Queloz. Pero compárese el número de citas del índice dedicadas a estos científicos con las dadas a Marcy y Butler, autores del segundo descubrimiento de este tipo… pero estadounidenses.
Este chauvinismo-provincianismo a la hora de seleccionar descubrimientos y personajes se complementa con un talante muy estadounidense cuando trata algunos temas. Doy otro botón como muestra (y hago constar que hay otros posibles ejemplos, aunque tal vez no tan duros). En la página 138 se expone en plan jocoso, y proponiéndolo como ejemplo digno de imitar, el estilo de explicar las cosas de un tal Ed Weiler. Con admiración, se indica que:
Allí donde algunos de sus colegas antiguos o modernos habrían glosado la búsqueda de planetas refiriéndose a Copérnico y Kant y a la larga travesía de la humanidad en pos de la comprensión de su lugar en el cosmos, Weiler (que es bien capaz de semejante retórica de mentes superiores) prefiere ofrecer referencias más accesibles. Tratando de darle su propio estilo a la fascinación popular por el programa Origins, me dijo: «La primera vez que Vilma Picapiedra miró al cielo seguro que exclamó: «Eh, Pedro, ven y mira estas cosas; ¿qué son?»».
Me ahorro comentarios al machismo subyacente (estoy seguro de que habría sido Pedro el que le hiciera la pregunta a Vilma, y no al revés) y me conformo con calificar esta manera de explicar las cosas como una tomadura de pelo, una vulgarización y degradación de la historia de la ciencia. Doy a Lemonick el beneficio de la duda y, por tanto, creo que tal vez Weiler habría sido capaz de emular esa «retórica de mentes superiores», pero compadezco con toda mi alma a las pobres víctimas de un ambiente intelectual en el que para popularizar la ciencia hay que sustituir a Copérnico y Kant por Vilma y Pedro Picapiedra.
Conclusión
Con todo, reconozco que la anterior crítica al provincianismo y nacionalismo de este libro no es suficiente para recomendar su rechazo. En este momento hacen falta libros que divulguen los contenidos científicos de Other Worlds, y que lo hagan de manera legible, interesante y accesible a un público general. La búsqueda de vida extraterreste cumple dos requisitos que, en mi opinión, deben aprovecharse: el interés del público y la realización de grandes descubrimientos en este justo momento. Me gustaría más una obra menos nacionalista, menos provinciana, más universal. Pero yo no sería capaz de escribirla y, que yo sepa, en el momento de preparar esta crítica no se ha escrito todavía nada parecido en Europa o en otros sitios. Así pues, aunque Other Worlds sea con toda claridad un producto para consumo interno de Estados Unidos, tengo en cuenta la falta de alternativas (por una parte) y los valores de corrección científica, claridad expresiva, visión epistemológica y facilidad de lectura (por otra parte) de esta obra. Elogio también la calidad y profundidad, poco usuales, del índice alfabético del libro. Mi opinión global, por tanto, es que el cateto de Lemonick ha producido un libro, Other Worlds, que merece ser traducido cuanto antes al castellano.
Ediciones Paidós publicó esta obra en castellano con el título Otros mundos: la búsqueda de vida en el universo (ISBN 13: 978-84-493-0760-7)